martes, 4 de febrero de 2014

Arqueología del Conflicto V: Artículo La última batalla del Ebro.

Para ejemplificar este tipo de intervenciones me ha parecido muy interesante mostrar la intervención realizada por el CSIC y el DIDPATRI de un yacimiento denominado Raïmats, ubicado en el municipio de Fatarella, en la comarca de Terra Alta, en Tarragona. La elección del sitio fue motivado, sobre todo, porque en él se produce el último enfrentamiento de la Batalla del Ebro el 14-15 de noviembre de 1938, en el que cayó la Sierra de la Fatarella ante el avance franquista. Según Pedro Mateo Merino, un testimonio oral, durante el día 15 caen las cotas 562, 561 y 560, que estaban defendidas por la XV Brigada, compuesta por españoles tras la salida de los internacionales. La excavación se centró en la segunda línea defensiva que protegía la cota 562. [1]

Las metodologías que se llevaron a cabo fueron la prospección superficial visual y la prospección con georadar, sin embargo, los resultados que obtuvieron a partir de la prospección con georadar no fueron determinantes, puesto que existían muchas alteraciones que se habían realizado en el territorio después de la guerra. Por ello, decidieron excavar estructuras que ya habían sido localizadas a través de testimonios.

Las estructuras específicas que excavan en esta intervención son una trinchera, que en realidad se trata de un recorte, un fortín denominado número 03, que había sido colmatado por una terraza agrícola y, también, dibujan el fortín número 04 aunque no lo llegan a excavar.


La trinchera es uno de los elementos más interesantes ya que en ésta se encuentran in situ los restos que quedaron de la guerra civil, que fueron inmediatamente tapados, con lo cual se obtiene una fotografía final de cómo se disponía la trinchera. Se trata de una característica zanja en zigzag excavada en el sustrato de tierra yesífera. A pesar de esto, cabe destacar que no se pudo documentar en su totalidad pues una zanja agrícola la daño, por lo cual, de ella sólo se conservan los 6 vértices que poseía. Aunado a esto, no se sabe si la longitud real de la trinchera es la que lograron excavar pues en uno de los extremos aparecen pinares y no se tenía la autorización de excavar en este terreno.


A pesar de estos inconvenientes, los resultados que obtienen son increíbles. En la trinchera, en el vértice 2 se encontró un soldado republicano. Además de esto, se encontró, en los vértices que estaban orientados hacia el enemigo, abundancia de munición, al igual que los fragmentos de metralla que se sitúan también en el ángulo del vértice, lo cual difiere de los ángulos que están de espaldas al enemigo.

Los fortines de La Fatarella son de planta cuadrangular con dos aspilleras para ametralladoras y dos accesos por galería cubierta enfrentados a las aspilleras. Según los arqueólogos, por la morfología y forma de construcción tienen paralelos en los construidos en 1938 por la República para defender Madrid. La presencia de dos aspilleras colocadas formando ángulo de 90º, sin embargo, no es habitual. Si bien permiten cubrir una mayor superficie, también hace que los fortines sean más vulnerables al fuego enemigo.

El fortín contaba con dos accesos, uno hacia el NW y otro hacia el NE. Ambos conducen a galerías subterráneas excavadas en el sustrato geológico. Las aspilleras estaban originalmente cubiertas de tablas de madera, que tenían la función de evitar el rebote de impactos que pudieran penetrar en el interior.


La interpretación de los investigadores es que esta línea estaba compuesta por un primer cinturón con fortines de hormigón armado, que estaban comunicados entre sí por galerías cubiertas y trincheras profundas, y un segundo cinturón defensivo formado por una típica trinchera de resistencia en zigzag excavada en la tierra.

La línea de fortines fue destruida con apoyo de tanques y artillería. Esto es visible, particularmente, en el Fortín 03, donde se aprecian dos impactos de granadas artilleras, además de que el fortín también recibió fuego de fusilería. La línea de trincheras debió de caer poco después de que fueran destruidos los fortines que la protegían. Lo más probable es que los defensores estuvieran cubriendo la zona SW-SSW (hacia la carretera entre La Fatarella y Ascó), por la localización de los casquillos percutidos. 

Los datos arqueológicos revelan que la trinchera no estaba densamente ocupada, habría un solo soldado por cada uno de los vértices. Esta escasa densidad de defensores se explica por la gran cantidad de terreno que debían cubrir (decenas de kilómetros de fortificaciones en la Sierra de La Fatarella) y la reducida tropa disponible (en torno a un millar de hombres), cuya labor no era defender la posición a toda costa, sino detener al enemigo el tiempo suficiente como para que sus camaradas pudieran retirarse en orden.

El asalto a la trinchera se realizó mediante el empleo profuso de granadas, la forma de ataque a fortificaciones más común durante toda la Batalla del Ebro. Las granadas debieron emplearse también en la línea de fortines. El hecho de que hayan aparecido varios paquetes de munición sin abrir en el fondo de la trinchera indica que los soldados republicanos fueron sobrepasados antes de que pudieran agotar sus cartuchos.

El soldado republicano caído en el Vértice 2 muestra lo que sucedió en el momento final de la Batalla, las tropas franquistas se lanzaron al asalto a la última línea defensiva con granadas de mano. Según los investigadores, el soldado que defendía el Vértice 2 recogió una de las granadas que cayeron en la trinchera, pero no tuvo tiempo de devolverla y le explotó cuando todavía la sujetaba. La explosión le seccionó la mano más arriba de la muñeca, le fracturó el fémur derecho, y le incrustó metralla en un pulmón. Al menos un fragmento se alojó en la columna vertebral. Como sus camaradas, no tuvo tiempo de gastar toda su munición ni sus granadas. No obstante, es posible que empleara parte de su dotación de granadas de fragmentación, ya que sólo recogimos dos con el cadáver y lo normal sería que llevara consigo al menos cuatro.


Una vez tomada la posición, los soldados franquistas permanecieron en el lugar algún tiempo, lo cual se puede observa a través del basurero localizado en la galería N del Fortín 03, donde se recuperó munición franquista, así como elementos de vida cotidiana. En la trinchera también aparece material franquista. Poco después de que se acabara la batalla, las trincheras se cubrieron de tierra, lo que permitió que se conservaran in situ los materiales y restos humanos.



[1] González, A., 2011. La última batalla del Ebro. Barcelona: CSIC, INCIPIT.

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